febrero 26, 2014

ME SIGUE GUSTANDO ESTO DE LEER

Última actividad para este trimestre.
Tienes dos semanas (desde ya) para introducir un comentario y responder a estas cuestiones sobre tu lectura:

  1. Título del libro que estás leyendo.
  2. Describe la escena que más te haya impactado (no te extiendas demasiado; basta con tres líneas).
  3. ¿Qué libro recomendarías a tus compañeros?

febrero 17, 2014

PERIODISTAS y POETAS

En esta ocasión, nos toca ejercer de PERIODISTAS y de POETAS.
Os remito a una "entrada antigua"(del curso pasado) en la que se recoge toda la información que necesitáis para realizar la ACTIVIDAD PROPUESTA:

  • Escribimos un POEMA.
  • Redactamos una NOTICIA.
El enlace es el siguiente: periodistas y poetas

febrero 13, 2014

NO ME DIGAS QUE NO LEES

¿Por qué leer? Ésta es una buena pregunta. Ésta es la pregunta. 
Ahí van algunas razones (no todas) que pueden, al menos, haceros pensar en posibles respuestas.
Cuando leéis, estáis empleando el instrumento más válido y útil que podéis usar: el lenguaje. Con él os comunicáis, defendéis vuestras ideas, expresáis sentimientos y explicáis lo que habéis aprendido; incluso el éxito de vuestras empresas futuras, también va a depender de lo bien que seáis capaces de exponer vuestros proyectos.. 
Quien no sabe expresarse, se siente como encerrado en una jaula; nunca será libe. Leer nos ayuda a dominar ese instrumento que necesitamos prácticamente para todo, pero también va a ser una buena rampa para introducirnos en los excitantes mundos que han creado los más sabios a través de la historia, una puerta para colarnos en esos fantásticos universos de la ficción que hacen que todo sea posible...

En esta ocasión no vamos a introducir un comentario con el resumen y la valoración del libro que estamos leyendo. La actividad consiste en "destripar" nuestra lectura para detenernos en el análisis de algunos de sus elementos.
Responde (ya sabes, de manera breve pero completa) a estas cuestiones:

  1. Título del libro que has leído o estás leyendo.
  2. ¿Cómo es el personaje que más te ha llamado la atención?
  3. Sobre el final: ¿cómo acaba la historia? Inventa otro desenlace.

febrero 12, 2014

UN VERANO PARA RECORDAR, ANA ESCRIBANO GARCÍA

Dejé mi maleta en el maletero y me volví para despedirme de mis hermanos. Los mellizos de ocho años, Nacho y Lucía, agitaban la mano acaloradamente, y Javi, el pequeñín de cinco años, me dio un fuerte abrazo. Les iba a echar mucho de menos a todos.
El plan para aquel verano no era lo que se dice precisamente apasionante. Me habían quedado dos, y mis padres me enviaban a una escuela de verano, que según ellos “me haría mucho bien” y me espabilaría para el próximo curso. Pero la cruel realidad era que iba a estar unos dos meses encerrada en no sé qué internado del norte de Inglaterra. Según la página web del centro, éste contaba con unos magníficos campos para practicar deportes y una espléndida piscina. Pero yo sabía que, en Inglaterra, ya fuera invierno o verano, está siempre lloviendo.
Ah, se me olvidaba presentarme. Mi nombre es Clementina. Sí, has leído bien: CLEMENTINA. Todavía hoy me pregunto por qué mis padres, hace ya quince laaargos años, decidieron ponerme un ridículo nombre de fruta. Supongo que es injusto que yo me llame así y mis hermanos no se llamen “Melón” o “Kiwi” o “Manzana”. Pero, en fin, no estoy contando esta historia porque quiera hacer justicia con mi nombre, ese es otro tema que poco importa en mi aventura en el pensionado de Sheffield.
Volviendo a la historia, os explicaré por qué en vez de ir a clases de refuerzo en España (hogar, dulce hogar), mis queridíiisimos padres tuvieron la maravillosa idea de enviarme a pasar el verano en Inglaterra, donde yo no conocía ni entendía el idioma, ni las costumbres, ni nada. ¿Quién puede comerse en su sano juicio un sandwich de pepinillos, existiendo el salmorejo? Puaagg. En fin, tratándose de los ingleses … ¿A qué viene eso de colocar el volante a la derecha y circular por la izquierda? Mira que son raros.
Bueno, perdón, ya me he vuelto a desviar del tema. Tengo ese defecto, me enrollo más que una persiana. Pues veréis, mi padre trabajaba como informático en una compañía. Hacía algún tiempo que le habían ofrecido ascender en la empresa si se trasladaba a Inglaterra donde necesitaban a personas con su experiencia. Mi padre había estado pensándolo mucho tiempo. No quería precipitarse, porque el irnos a vivir allí supondría grandes cambios en nuestra vida. Además de aprender el idioma, tendríamos que hacer nuevos amigos y, lo peor de todo, no veríamos mucho a nuestros familiares. Pero ese año, con la dichosa crisis, a mi madre la habían echado del trabajo porque necesitaban reducir la plantilla y, finalmente, se habían decidido. Ya no había marcha atrás, después de  Navidad, nos iríamos a vivir a Londres.
Cuando me enteré de que tendría que dejar todo lo que tenía aquí, para irme a un país extranjero en el que no conocía a nadie, la verdad es que me puse un poco insoportable. Se lo eché todo en cara a mis padres y les dije  que yo de España no me movía ni por un millón de euros, que me dejaran con la abuela, o con la tía Isabel. Pero no, ellos se empeñaron en que me iría con ellos.
Ahora, transcurrido el tiempo, supongo que no fui justa echándole las culpas de todo, ya que únicamente nos mudábamos para vivir mejor que aquí, porque en España no había mucho trabajo. A mis padres también les supuso, sin duda, un gran esfuerzo. Pero en aquel momento no reparé en aquello, simplemente pensé en que mi vida iba a dar un giro de 180 grados y que nada volvería a ser como antes. Nada de veranos soleados en Cádiz.  Nada de salir con mis amigos o de explorar el pueblo de mi abuela con mis primos en Semana Santa. Nada de ir a la plaza de toros. Nada de comer los domingos en casa de la tía Isabel después de misa. En definitiva, nada de nada.
El caso es que el mismo día en que terminó el curso y traje las notas a casa, mis padres se enfadaron muchísimo. A la mañana siguiente me dijeron que habían decidido que pasaría el verano en Inglaterra para aprender inglés, ya que nos mudaríamos allí en cuestión de medio año, y porque además era una de las que me había quedado. La otra era Física. Eso ya era más dificilillo. Porque si no tenía ni idea de inglés, como me iban a enseñar física allí. Se lo expliqué a mi padre. Pero él no dio su brazo a torcer. Al parecer confiaban plenamente en los métodos de enseñanza de Sheffield.
Como en casa no estábamos atravesando el mejor momento económico y mis padres habían empleado todos sus ahorros para que me fuera a estudiar al extranjero, me propuse que aprovecharía a fondo las clases para recuperar en Septiembre y que mis padres estuvieran orgullosos de mí otra vez.

LA AVENTURA DE MI VIDA, LUISMA ESCRIBANO GARCÍA

                Mi padre le mostró al policía mi habitación. Éste se fijó en los posters de jugadores de baloncesto de la NBA que decoraban las paredes. Después se dirigió hasta mi escritorio y empezó a rebuscar entre mis libros y cuadernos. Finalmente se detuvo a leer en un cuaderno que, algunas semanas atrás, había empezado a utilizar como diario. En la primera página leyó: “Estoy destrozado. Me han echado del equipo, con la ilusión que tenía por jugar el campeonato”. El policía interrogó a mis padres sobre mi desaparición y ellos le dijeron que no entendían nada. Éste, sin embargo, les dijo que cada detalle era importante y preguntó si era posible que pudiera haber hecho alguna travesura o algo peor. El policía, con aire desconfiado, no dejaba de hacer preguntas a mis padres. Era algo realmente incómodo para ellos. Eran sospechosos.
                Esa Navidad había comenzado de manera parecida a las anteriores. Buenas notas, montar el portal de Belén en casa, días de campo con mis primos, algunos deberes para las vacaciones. Más o menos lo de siempre que, por cierto, me encantaba, bueno, lo de los deberes no tanto, pero ese año además mis padres me habían preparado una sorpresa que no iba a olvidar nunca. Pasaríamos dos días en Madrid para ver en directo el torneo de Navidad del Real Madrid que, en esa ocasión, disputarían, además del equipo de casa, dos equipos americanos: los Lakers de Gasol y los Pelícanos de New Orleans liderados por Anthony Davis. Nada mal para un forofo del baloncesto como yo.
                Desgraciadamente las cosas no fueron como todos esperábamos. Llegamos a Madrid la tarde del 2 de enero. Mientras mi madre hacía unas compras con mi hermana mayor Teresa y las pequeñas Celia y Marta, mi padre, mi hermano Rafa y yo nos encaminamos hacia la Caja Mágica, donde se celebrarían los partidos. Había unas colas inmensas para entrar al pabellón. La expectación era grande por el buen momento del equipo y las figuras de la NBA que habían venido a la ciudad. Lo que pasó en los minutos siguientes me dejó helado. Unos tipos con sudaderas oscuras con capucha se acercaron a nosotros y, antes de que mi padre pudiera darse cuenta, me tenían dentro de una furgoneta negra con las lunas tintadas. ¿Qué estaba pasando? No podía entender nada. El miedo me tenía paralizado.

febrero 06, 2014

TIERRA DE ORÍGENES, ALINA SANDU

Relato ganador del XIII Concurso de relato corto Don Bosco organizado por la Asociación de Antiguos Alumnos de Pozoblanco.
                                                
          TIERRA DE ORÍGENES, ALINA SANDU (3º ESO)
Aún no había caído la noche pero fuera  estaba comenzando a helar de una forma que sólo en la isla de Creta se daba en esta época del año. Me dije que no faltaría mucho para que comenzase a nevar ya que las temperaturas alcanzaban los 15 grados bajo cero. El invierno era una de mis épocas preferidas; sobre todo por la nieve que caía durante toda la madrugada y que a la mañana siguiente dejaba todo el enorme jardín de mi casa cubierto de un blanco puro e impecable. Me encantaba la sensación de aquel típico frío ligero que me recorría de pies a cabeza cada vez que intentaba salir a la calle para ver como caían los pequeños copos con forma de estrellas. Parecían sacados de un cuento, pero los que residíamos en este otro mundo igual a la tierra, albergábamos la capacidad de darle a las cosas la forma que nosotros quisiéramos; así que cuando nevaba, en una casa podían caer copos amarillos y cuadrados y en la de al lado, con forma de eclipse y negros;  si te decantabas por salir y luchar contra el frío, te enfrentabas a quedarte alucinado por tantos colores que veías en una misma calle. No puedo negar que resultaba fascinante pero al mismo tiempo también era agotador; en muchas ocasiones intenté hablar con las personas de mi barrio para que por lo menos una zona se quedara cubierta de ese blanco que yo tanto añoraba. Todos dijeron que sí, que no volverían a cambiar el color natural de las cosas; muchos mantuvieron su palabra, pero otros tantos decidieron pasar por alto la promesa que me hicieron y volver la  Navidad de colores realmente insólitos. De pequeña, cuando todavía nadie había conseguido desarrollar la capacidad de transformar los materiales que podían cambiar fácilmente de forma como el agua,  en la época de frío salía con mis padres y mi hermana mayor Melanie a ver caer esas chispas impolutas, sin nada que alterase ese color tan bello que tenían; yo siempre he pensado que no hay nada que se le pueda comparar en ningún lugar de este universo ni de cualquier otro.
Pero a partir de que aprendiéramos a llevar a cabo tonterías inservibles como aquella, la nieve pasó de ser blanca a tener miles de colores, por lo cual, si caminabas un rato, veías hasta restaurantes cubiertos de dorado o plata para llamar la atención de los clientes. Por lo que a mí respecta, eso era espantoso, pero cada cuál con sus gustos.