febrero 08, 2018

QUÉ GRAN POETA SOY

1-  Leed la siguiente noticia:


NI UN SOLO NIÑO FUERA DE LA ESCUELA
“La batalla por la educación es la madre de todas las batallas; si la perdemos, perderemos todas las demás”. Estas palabras de Macky Sall, presidente de Senegal, resumen el espíritu del encuentro internacional de financiación de la Alianza Mundial por la Educación (AME), celebrado el pasado viernes en Diamnadio, en el que la escolarización debe ser para todos los niños y niñas del mundo y que esta sea inclusiva, equitativa y de calidad.
“El compromiso por la Educación no es una elección, es una necesidad” dijo Macron nada más subir a la tribuna de oradores, “las sociedades de hoy están sumidas en el miedo al cambio climático, a la violencia, a los cambios tecnológicos y buscan respuestas en el repliegue en sí mismas, en los nacionalismos. Pero la única respuesta posible es la Educación”, aseguró. A su lado estaban los presidentes de países del Sahel afectados por el terrorismo yihadista, como Chad, Níger, Malí o Burkina Faso. “Estamos perdiendo terreno”, añadió, “en países frágiles surgen fundamentalismos que nos dicen que las niñas no deben ir al colegio. Debemos reaccionar y hacerlo ya”.

2-  Señalad las palabras que MÁS TE HAYAN LLAMADO LA ATENCIÓN. Anotadlas en un papel.

3-  Después, vais a crear una estrofa poética de cuatro versos empleando estas palabras destacadas, expresando vuestros propios sentimientos con respecto a la educación.

4-  Retocadlo todo lo que queráis para que tenga RIMA y vuestras ideas estén bien organizadas.

¡LO VAIS A HACER DE MARAVILLA!
¡OLEEEEEE, POETA!




PARADOJAS TEMPORALES (Enrique Tamajón Castilla)


Salía de casa, listo para ir directo a la escuela. A unos centímetros de la puerta se encontraba Abel, mostraba una mirada pérdida en la calzada mientras escuchaba música a través de sus familiares auriculares negros. Llamé su atención con un leve golpe en su hombro, para después comenzar a andar hacia el instituto, sin pararme a que respondiera. Segundos después se colocó a mi lado, y ambos comenzamos a conversar en nuestra travesía. Hoy tendríamos examen de sociales, por lo que el tema principal fue encaminado a comentar lo que podría caer.

Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, dos extranjeros emergían de la oscuridad de un callejón, un hombre y una joven. El hombre se caracterizaba por llevar una máscara y un traje negro, la joven por otra parte simplemente llevaba una camiseta arremangada por las mangas hasta la mitad, y unos vaqueros. La joven llevaba atada a su cuello una soga por la cual, le colgaba una especie de cilindro, el cual quedaba a la altura de su cintura.

Varios minutos después me encontraba junto a Abel, ya dentro del recinto escolar. Justo después de despedirnos, pude ver a lo lejos cómo el joven se tropezaba con una cáscara con plátano, cayendo de morros al suelo. Fue imposible para mí no escapar una leve sonrisa, ya era típico en él tropezarse con ese tipo de cosas.

Una vez terminada la jornada escolar tuve que salir un poco más tarde que de costumbre, ya que olvidé un libro por lo que volví a recuperarlo. Emprendí mi camino a casa, y para mi sorpresa, Abel no estaba. Supuse que habría salido antes.

Mientras ojeaba mi móvil, choqué contra la espalda de un hombre y, preparado para pedir disculpas, me llevé la sorpresa de que la calle estaba llena de gente apelotonada. Entre las cabezas de la multitud aparecía un camión tumbado, había descarriado.

Una vez conseguí escapar de la multitud, sin darle más importancia al accidente, volví a sacar el teléfono. Cuando bajé la cabeza para mirar el aparato, me llamó atención un bulto negro en el suelo. Se trataban de unos auriculares negros, que estaban bastante dañados. Estos mostraban marcas de neumático, por lo que el camión habría pasado por encima de ellos.

Observándolos durante unos segundos, una imagen familiar había aparecido en mi mente; eran iguales a los cascos de Abel. Inmediatamente una idea trágica se me pasó por la cabeza. Abel podría haber sido una víctima en el accidente. Me di la vuelta alarmado para observar de nuevo el accidente; sin embargo la ausencia de cuerpos policiales o ambulancias me dio a entender que no había víctimas, por lo que decidí ignorar la situación.

EXPLORACIÓN SELENITA (Miguel Pinel Martínez)

Fue cuando caminaba junto a mi compañero, Fenris, hacia el centro de minería química cuando cambié mi trabajo y mi forma de pensar. Lo recuerdo porque fue un día extraño. Encontramos en la puerta a un hombre trajeado, algo bastante incómodo, al menos en la Luna, creo que era un terráqueo porque parecía bastante alto y tenía esa forma de andar pesada característica de los no selenitas.
- ¿Querríais conseguir un aumento de vuestro sueldo?- Nos preguntó.
- Por supuesto.- Respondimos ambos.

Nos señaló una puerta lateral, que como nunca la había utilizado, desconocía su existencia. Pasamos por un largo pasillo hasta una gran sala que parecía un despacho. Allí se sentaba el dirigente de nuestra sección de minería. Nos saludó con un leve gesto y empezó a hablar.

-    Últimamente tenemos escasez de personal en la sección de seguridad y exploración, pero tenemos suficientes mineros como para mantener la fábrica funcionando. Si ustedes estuvieran dispuestos a trabajar en la otra sección recibirán un considerable aumento en su salario.-
Yo estaba a punto de aceptar, pero mi compañero más atento que yo sé dio cuenta de lo raro de todo esto.

- ¿Qué trabajo realizaríamos en nuestra nueva sección?- Preguntó Fenris.
- A vosotros os corresponde participar en la siguiente misión de exploración de la superficie lunar, con los nuevos equipos de respiración esperamos que lleguéis más lejos que nuestras últimas misiones.- Comentó nuestro dirigente.
-    Bueno, pero entonces en nuestra misión de exploración, ¿cuál sería el objetivo? - continuó Fenris, reacio a aceptar.
-Bien únicamente tendríais que llegar a lo alto de la montaña que se ve por la puerta este.- respondió nuestro dirigente.
-Vale, pero...
-    ¡Estáis despedidos por lo que si no aceptáis la misión de exploración no tendréis ni una moneda para gastar!- gritó furioso el terrícola trajeado harto de oír las réplicas de mi compañero.