febrero 08, 2018

EXPLORACIÓN SELENITA (Miguel Pinel Martínez)

Fue cuando caminaba junto a mi compañero, Fenris, hacia el centro de minería química cuando cambié mi trabajo y mi forma de pensar. Lo recuerdo porque fue un día extraño. Encontramos en la puerta a un hombre trajeado, algo bastante incómodo, al menos en la Luna, creo que era un terráqueo porque parecía bastante alto y tenía esa forma de andar pesada característica de los no selenitas.
- ¿Querríais conseguir un aumento de vuestro sueldo?- Nos preguntó.
- Por supuesto.- Respondimos ambos.

Nos señaló una puerta lateral, que como nunca la había utilizado, desconocía su existencia. Pasamos por un largo pasillo hasta una gran sala que parecía un despacho. Allí se sentaba el dirigente de nuestra sección de minería. Nos saludó con un leve gesto y empezó a hablar.

-    Últimamente tenemos escasez de personal en la sección de seguridad y exploración, pero tenemos suficientes mineros como para mantener la fábrica funcionando. Si ustedes estuvieran dispuestos a trabajar en la otra sección recibirán un considerable aumento en su salario.-
Yo estaba a punto de aceptar, pero mi compañero más atento que yo sé dio cuenta de lo raro de todo esto.

- ¿Qué trabajo realizaríamos en nuestra nueva sección?- Preguntó Fenris.
- A vosotros os corresponde participar en la siguiente misión de exploración de la superficie lunar, con los nuevos equipos de respiración esperamos que lleguéis más lejos que nuestras últimas misiones.- Comentó nuestro dirigente.
-    Bueno, pero entonces en nuestra misión de exploración, ¿cuál sería el objetivo? - continuó Fenris, reacio a aceptar.
-Bien únicamente tendríais que llegar a lo alto de la montaña que se ve por la puerta este.- respondió nuestro dirigente.
-Vale, pero...
-    ¡Estáis despedidos por lo que si no aceptáis la misión de exploración no tendréis ni una moneda para gastar!- gritó furioso el terrícola trajeado harto de oír las réplicas de mi compañero.



Tras esto, ambos quedamos sin palabras. Desconocía si se podía despedir de ese modo, pero como era un terrícola y además nuestro dirigente nada se lo impidió no me atreví a contradecirle. Aceptamos a regañadientes la misión y nos dieron instrucciones para el día siguiente.
Como nos habían ordenado a la mañana siguiente nos reunimos con el resto del equipo. Mientras íbamos hacia el punto de reunión Fenris me comentaba que seguro que el hombre trajeado tenía mucho poder porque era un terrícola además de quejarse de que nos consideran inferiores a los selenitas solo porque la falta de gravedad en la Luna debilita nuestros músculos.

-    Puede que ellos sean más fuertes porque la gravedad terrestre es mayor pero eso no les hace mejores. ¡Ni siquiera pueden andar bien! -me dijo mientras se ponía cada vez más furioso por lo sucedido el día anterior.

Al llegar al lugar de preparación para la exploración pude observar a mis demás compañeros. Había, además de Fenris y yo, dos personas más. El primero era bastante alto y delgado con voz autoritaria, era obviamente un terrícola y por cómo hablaba parecía que sería el líder. El segundo ni siquiera estoy seguro de si era una persona o solo una máquina. Tenía un gran traje metálico que hacía un gran estruendo en cada paso y del cual salían tubos hacia su espalda, además el traje lo cubría entero por lo que no se sabía si dentro había engranajes o alguna persona. Me equipé con todo lo que necesitaba para aguantar algunas horas vivo fuera del domo de nuestra colonia, comprobé que con todo el equipo puesto andar era más difícil y mis pasos eran más lentos, cuando lo hizo Fenris no pudo resistirse a hacer un comentario asegurando que debían estar diseñados para terrícolas. Tras equiparnos, el terrícola que parecía el líder dijo llamarse Héctor, nombre bastante extraño, y confirmó que él iba a ser nuestro líder, parecía que conocía a la segunda persona pero no le dio otro nombre aparte de máquina y ya que él no hablaba supuse que simplemente era un robot.
Nos dirigimos a la puerta este del domo para iniciar nuestra expedición, con todo el traje cerrado herméticamente, entramos en la pequeña sala de contención.
Cerramos la puerta y esperamos mientras el aire desaparecía y daba paso al vacío que encontraríamos fuera. Duró unos pocos minutos que dediqué a observar la ruta que íbamos a seguir. Tras un terreno llano se encontraba un río de un par de metros de cauce que debíamos atravesar, era la parte que más me aterraba, después el terreno empezaba a ascender formando una gran montaña nuestro objetivo era llegar a la cúspide de esta. La montaña parecía enorme desde donde me encontraba, pero estoy acostumbrado a que en la Luna las distancias engañan y seguramente no tardaríamos en llegar. Al terminar la extracción del aire de nuestra sala se abrió la puerta al exterior. Recuerdo que era de día, creo que era la cuadragésimo sexta hora de día por lo que todavía quedaban más de seiscientas horas antes de que cayera la noche, me molestó la luz del sol dando directamente en mi traje sin ninguna cúpula semitransparente que me protegiera. Alcé la vista para mirar el planeta azul, nombre que me parece erróneo porque la mayor parte del planeta estaba cubierto por una capa oscura y gris de gases no respirables, y pensé que quizás los terráqueos debían ser superhombres para vivir en ese planeta. Al llegar al río mis compañeros: la máquina y Héctor siguieron caminando sin detenerse y empecé con terror a ver cómo se hundían en el agua. Cuando les llegaba el agua hasta los hombros empezaron otra vez a subir hasta salir por la otra orilla. Tras esto Fenris me miró con determinación, afirmó para sus adentros que si el terrícola podía él también, saltó al agua apoyando mal el pie y se perdió de mi vista bajo el agua. Yo rápidamente corrí a zambullirme tras él, tengo pavor al agua de una forma irracional, pero no me detuve. Salí corriendo en la otra orilla pocos segundos después temiendo haber perdido a mi compañero, pero al mirar al río vi a mi compañero salir de este sin dificultad. En ese momento me di cuenta que el traje impedía que nos ahogáramos. Héctor nos miró con cara de desaprobación y continuó andando sin decir nada. Mientras subíamos la montaña observé una pequeña cavidad en la ladera por la que subíamos, Héctor parece que también se dio cuenta porque avanzó hacia ella y me pidió que entrara para ver qué encontraba. Era bastante estrecha con algunas rocas afiladas que iba esquivando al caminar. Encontré un agujero  de forma circular tapado parcialmente por unas rocas. Me parecía que era artificial porque era demasiado regular y al acercarme vi que había unos agarres en la roca para poder bajar por él. Al girarme para avisar a mis compañeros me di cuenta de que estaban todos a la entrada de la cueva, tan lejos que apenas podía verlos por ello decidí bajar yo solo. La bajada fue larga y un poco claustrofóbica, pero cuando bajé lo suficiente pude ver la luz que provenía de más abajo. Cuando llegué a la luz encontré una sala con un mapa de nuestra colonia y un grupo de personas discutiendo alrededor. Se giraron y sacaron sus pistolas apuntándome todas a mí. Yo me asusté un instante, pero luego miré con detenimiento sus pistolas y me percaté de que no eran pistolas magnéticas sino unas pistolas de pólvora obsoletas hace ya mucho.

-    ¿En serio creéis que me asustan pistolas de pólvora?, esto es la Luna.- les dije aun sabiendo que iba desarmado y que me podrían ganar por simple superioridad numérica.
-    Se nota que no eres un terráqueo.- dijo entre risas uno y después disparó al suelo para que comprobara que estaba equivocado.
-    Y tú, ¿odias a los terrícolas?- continuó otro que estaba de espaldas a mí.

Me detuve unos segundos para pensar mi respuesta, supuse que si preguntaban tal cosa además de que dejaron de apuntarme después de que bromearan con mi ignorancia por ser selenita, debían de no gustarles los terráqueos.

-    Obviamente que les odio, como no iba a hacerlo si llegan a nuestra preciada Luna y creen que les pertenece sin haber vivido ni unos días en ella.

Creo que les convencí porque me dejaron marchar y mientras subía las escaleras pensaba en para qué se habrían reunido todas esas personas y por qué les interesaba que no me gustaran los terráqueos, supuse en ese momento que quizás la conexión de esas personas podría ser ese odio a los terráqueos. Cuando llegué junto a mis compañeros Héctor preguntó por qué había tardado tanto a lo cual respondí que era una larga y vacía cueva. Continuamos andando durante un largo rato hasta la cima de la montaña donde nos detuvimos a descansar. Me senté junto a Fenris para contarle sobre el pasaje oculto y lo que encontré allí, mientras el resto del grupo estaba distraídamente mirando el camino que íbamos a seguir. Yo suponía que volveríamos a la colonia, pero decidió Hector continuar descendiendo por el otro lado. La bajada era mucho más inclinada. Héctor iba el primero y al no percatarse del gran desnivel delante de él cayó al fondo con un gran estruendo. El resto nos movimos lateralmente hasta un terreno más fácil de atravesar. Cuando llegamos junto a él observé que a pesar de ser una caída de casi 20 metros solo parecía tener mal el tobillo. También vimos que tras él y oculta por el terreno se encontraba otra cueva, pero esta con una forma extrañamente simétrica. Héctor nos hizo señas para que exploráramos la cueva sin él. Le ayudamos a llegar a una roca cercana donde se sentó y nosotros entramos en la cueva. Esta tenía al principio la forma de una cueva cualquiera generada por algún tipo de contaminación, pero al adentrarnos más vimos claramente unos pilares que sujetaban el techo, eso debía ser artificial seguro. Nos llegó luz del interior y al acercarnos vi lo que podría ser un rudimentario taller, con rocas como mesas y lámparas en el suelo. Un hombre con una voz familiar se acercó desde un lateral.

- ¿Venís a comprar, comprar cosas?- dijo el hombre misterioso sin mirarnos

Al mirarle fijamente me percaté de que no tenía traje espacial aunque no parecía estar ahogándose.
- ¿Cómo es que respiras sin traje?- pregunté.

- Yo no sé, no lo recuerdo. Hace mucho que estoy aquí, antes yo sabía mucho ahora yo solo olvido.- respondió aunque me costaba entender lo que decía porque parecía que había cambiado el acento al ver nuestras caras.-Yo soy Cohen es una de las cosas de las que estoy seguro-.
- ¿Cohen, qué vendes?- preguntó Fenris
- Yo no vendo nada, a quién le iba a vender nadie pasa por aquí.- dijo Cohen-.
- Creo que está loco, debe de haber respirado demasiado la atmósfera lunar y perdido capacidades cerebrales por la falta de oxígeno.- me susurró Fenris sin que el resto se percataran.

Me dediqué a mirar alrededor mientras Fenris seguía intentando hablar con Cohen. Al mirar los instrumentos en las rocas encontré un libro cubierto de polvo lunar. Lo limpié con la mano y empecé a leerlo. No tenía portada, además de estar escrito con tinta, que no parecía impresa, y tener una letra apenas comprensible. Por lo que leí entendí que Cohen había explorado esta cueva, pero el techo era inestable y se le cayó encima. Perdió el traje y creó con sus restos una máquina para filtrar el aire que pierde nuestra colonia por el mal diseño de la estructura. Como sabía que con ese aire no conseguiría sobrevivir escribió el libro mientras estaba en buen estado. Supuse que debía haber conseguido acostumbrar su cuerpo a respirar menos aire y de peor calidad para así sobrevivir. Al seguir leyendo empecé a dudar de que no fueran delirios de Cohen por falta de oxígeno, leía cosas como: que el río era artificial porque no existe agua de forma natural en la Luna, que los terráqueos y los selenitas son la misma raza, que los terráqueos perdían fuerza muscular conforme pasaban tiempo en la Luna y decía una muy extraña, decía que odiaba a los terráqueos. Me paré a pensar porque era lo mismo que había oído en el pasaje secreto de la cueva, además la voz de Cohen tenía un tono familiar, como si fuera uno de los hombres de esa cueva, pero eso era imposible porque él estaba aquí y no podía haber llegado tan rápido. Fenris me sacó de mis pensamientos con un golpe en el brazo, guardé el libro rápidamente y me giré a oír lo que decía.

- Debemos buscar una forma de llevarnos a Cohen con nosotros, pero dice que no quiere abandonar este lugar, además no lleva traje y parece que solo puede respirar en esta cueva.- dijo Fenris-.
- Creo que la mejor idea es que volvamos a la colonia y traigamos un traje extra para él.- le respondí.-.

Asintió con la cabeza y nos dispusimos a salir. Cuando estábamos casi fuera de la cueva el terreno se sacudió, pensé en lo que decía en el libro sobre la inestabilidad del techo de esa cueva por lo que empecé a correr. Al llegar afuera me di la vuelta y comprobé que Fenris estaba a mi lado, pero mi compañero-máquina estaba todavía muy dentro de la cueva y una roca se desprendió y le cayó encima. Le rasgó el traje y pude ver cómo un hombre con cara de dolor intentaba salir de él, pero su gran traje estaba atrapado bajo la roca. Intentamos ayudarle, pero él nos ordenó que nos fuéramos

- Es que no entendéis que ese traje permitía que mis deteriorados pulmones funcionaran y ahora no queda nada que hacer.- dijo con una voz temblorosa y costándole pronunciar cada palabra.

Nos fuimos en silencio porque entendimos lo que eso significaba, aunque liberáramos su traje este ya estaba rasgado y no podía mantener en su interior el aire y mucho menos conseguir que los pulmones de nuestro compañero lo usaran. Mientras seguía a Fenris pensé en lo extraño de todo ese día, era la primera vez que salía fuera del domo de la colonia, pero no me parecía normal lo ocurrido: el río lo había visto desde dentro, pero siempre supuso que era imposible de atravesar, la reunión en el pasadizo secreto sobre el odio a los terráqueos y sobre todo Cohen.
Cohen había estado en la reunión, pero a la vez en su cueva, además por qué dejaban a Cohen estar en esa reunión si su estado mental está tan deteriorado. Nos encontramos con Héctor y le explicamos nuestro encuentro con Cohen y lo ocurrido al salir. Él sin molestarse por lo ocurrido emprendió el camino de vuelta. Al continuar pensando me dí cuenta de una cosa importante, tenían un mapa de nuestra colonia y tenían también armas por lo cual su idea debía ser atacar a la colonia, pero si odiaban a los terráqueos… Por qué atacarían una colonia mayoritariamente selenita. Pensaba en todo esto cuando un comentario de Fenris me dio la respuesta.

- Me gustaría que si volvemos a la mina nosotros podamos dirigir por una vez y no obedecer a un terráqueo.- dijo en voz baja.
- Claro lo único que querían era dirigir la colonia no destruirla, pero eso me pareció en ese momento imposible.

Continuamos andando, pero al pasar junto a la cueva que yo había explorado aparecieron un grupo de selenitas liderados por Cohen.

- Quieto terráqueo.- dijo Cohen a Héctor.



No podía entender cómo Cohen dirigía un grupo tan numeroso porque parecía bastante inestable en la cueva, pero al oír eso pensé que podía sacar mi arma que creo que hay en todos los trajes o también pasó por mi mente la idea de unirme a este grupo anti-terráqueos y quitarle la suya a Héctor. No pude decidir antes de que Fenris tomara su decisión y golpeara a Héctor para aturdirlo. Los otros nos felicitaron y nos permitieron unirnos a su grupo liderado por Cohen para obtener el control de la colonia. Yo decidí no hacerlo, tras todo ese viaje me parecía demasiada acción para mí, además no confiaba en que lograran su misión y volví solo a la colonia donde me dieron mi puesto como minero de nuevo. A los tres días hubo un cambio de todos los dirigentes de la sección por selenitas, además de un considerable aumento de sueldo para todos los trabajadores, pero por desgracia supongo que Fenris prefirió la acción y no volví a ver a mi compañero en mucho mucho tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario...