Fue cuando
caminaba junto a mi compañero, Fenris, hacia el centro de minería química
cuando cambié mi trabajo y mi forma de pensar. Lo recuerdo porque fue un día
extraño. Encontramos en la puerta a un hombre trajeado, algo bastante incómodo,
al menos en la Luna, creo que era un terráqueo porque parecía bastante alto y
tenía esa forma de andar pesada característica de los no selenitas.
- ¿Querríais
conseguir un aumento de vuestro sueldo?- Nos preguntó.
- Por
supuesto.- Respondimos ambos.
Nos señaló una
puerta lateral, que como nunca la había utilizado, desconocía su existencia.
Pasamos por un largo pasillo hasta una gran sala que parecía un despacho. Allí
se sentaba el dirigente de nuestra sección de minería. Nos saludó con un leve
gesto y empezó a hablar.
- Últimamente tenemos escasez de personal en la sección de
seguridad y exploración, pero tenemos suficientes mineros como para mantener la
fábrica funcionando. Si ustedes estuvieran dispuestos a trabajar en la otra
sección recibirán un considerable aumento en su salario.-
Yo estaba a
punto de aceptar, pero mi compañero más atento que yo sé dio cuenta de lo raro
de todo esto.
- ¿Qué trabajo
realizaríamos en nuestra nueva sección?- Preguntó Fenris.
- A vosotros os corresponde participar en la siguiente
misión de exploración de la superficie lunar, con los nuevos equipos de
respiración esperamos que lleguéis más lejos que nuestras últimas misiones.- Comentó
nuestro dirigente.
- Bueno, pero entonces en nuestra misión de exploración,
¿cuál sería el objetivo? - continuó Fenris, reacio a aceptar.
-Bien
únicamente tendríais que llegar a lo alto de la montaña que se ve por la puerta
este.- respondió nuestro dirigente.
-Vale, pero...
- ¡Estáis despedidos por lo que si no aceptáis la misión de
exploración no tendréis ni una moneda para gastar!- gritó furioso el terrícola
trajeado harto de oír las réplicas de mi compañero.
Tras esto, ambos quedamos sin palabras. Desconocía si se podía despedir de ese modo, pero como era un terrícola y además nuestro dirigente nada se lo impidió no me atreví a contradecirle. Aceptamos a regañadientes la misión y nos dieron instrucciones para el día siguiente.
Como nos habían
ordenado a la mañana siguiente nos reunimos con el resto del equipo. Mientras
íbamos hacia el punto de reunión Fenris me comentaba que seguro que el hombre
trajeado tenía mucho poder porque era un terrícola además de quejarse de que
nos consideran inferiores a los selenitas solo porque la falta de gravedad en
la Luna debilita nuestros músculos.
- Puede que ellos sean más fuertes porque la gravedad
terrestre es mayor pero eso no les hace mejores. ¡Ni siquiera pueden andar
bien! -me dijo mientras se ponía cada vez más furioso por lo sucedido el día
anterior.
Al llegar al
lugar de preparación para la exploración pude observar a mis demás compañeros.
Había, además de Fenris y yo, dos personas más. El primero era bastante alto y
delgado con voz autoritaria, era obviamente un terrícola y por cómo hablaba
parecía que sería el líder. El segundo ni siquiera estoy seguro de si era una persona
o solo una máquina. Tenía un gran traje metálico que hacía un gran estruendo en
cada paso y del cual salían tubos hacia su espalda, además el traje lo cubría
entero por lo que no se sabía si dentro había engranajes o alguna persona. Me
equipé con todo lo que necesitaba para aguantar algunas horas vivo fuera del
domo de nuestra colonia, comprobé que con todo el equipo puesto andar era más
difícil y mis pasos eran más lentos, cuando lo hizo Fenris no pudo resistirse a
hacer un comentario asegurando que debían estar diseñados para terrícolas. Tras
equiparnos, el terrícola que parecía el líder dijo llamarse Héctor, nombre
bastante extraño, y confirmó que él iba a ser nuestro líder, parecía que
conocía a la segunda persona pero no le dio otro nombre aparte de máquina y ya
que él no hablaba supuse que simplemente era un robot.
Nos dirigimos a
la puerta este del domo para iniciar nuestra expedición, con todo el traje cerrado
herméticamente, entramos en la pequeña sala de contención.
Cerramos la
puerta y esperamos mientras el aire desaparecía y daba paso al vacío que
encontraríamos fuera. Duró unos pocos minutos que dediqué a observar la ruta
que íbamos a seguir. Tras un terreno llano se encontraba un río de un par de
metros de cauce que debíamos atravesar, era la parte que más me aterraba,
después el terreno empezaba a ascender formando una gran montaña nuestro
objetivo era llegar a la cúspide de esta. La montaña parecía enorme desde donde
me encontraba, pero estoy acostumbrado a que en la Luna las distancias engañan
y seguramente no tardaríamos en llegar. Al terminar la extracción del aire de
nuestra sala se abrió la puerta al exterior. Recuerdo que era de día, creo que
era la cuadragésimo sexta hora de día por lo que todavía quedaban más de
seiscientas horas antes de que cayera la noche, me molestó la luz del sol dando
directamente en mi traje sin ninguna cúpula semitransparente que me protegiera.
Alcé la vista para mirar el planeta azul, nombre que me parece erróneo porque
la mayor parte del planeta estaba cubierto por una capa oscura y gris de gases
no respirables, y pensé que quizás los terráqueos debían ser superhombres para
vivir en ese planeta. Al llegar al río mis compañeros: la máquina y Héctor
siguieron caminando sin detenerse y empecé con terror a ver cómo se hundían en
el agua. Cuando les llegaba el agua hasta los hombros empezaron otra vez a
subir hasta salir por la otra orilla. Tras esto Fenris me miró con
determinación, afirmó para sus adentros que si el terrícola podía él también,
saltó al agua apoyando mal el pie y se perdió de mi vista bajo el agua. Yo
rápidamente corrí a zambullirme tras él, tengo pavor al agua de una forma
irracional, pero no me detuve. Salí corriendo en la otra orilla pocos segundos
después temiendo haber perdido a mi compañero, pero al mirar al río vi a mi
compañero salir de este sin dificultad. En ese momento me di cuenta que el
traje impedía que nos ahogáramos. Héctor nos miró con cara de desaprobación y
continuó andando sin decir nada. Mientras subíamos la montaña observé una
pequeña cavidad en la ladera por la que subíamos, Héctor parece que también se
dio cuenta porque avanzó hacia ella y me pidió que entrara para ver qué
encontraba. Era bastante estrecha con algunas rocas afiladas que iba esquivando
al caminar. Encontré un agujero de forma
circular tapado parcialmente por unas rocas. Me parecía que era artificial
porque era demasiado regular y al acercarme vi que había unos agarres en la
roca para poder bajar por él. Al girarme para avisar a mis compañeros me di
cuenta de que estaban todos a la entrada de la cueva, tan lejos que apenas
podía verlos por ello decidí bajar yo solo. La bajada fue larga y un poco
claustrofóbica, pero cuando bajé lo suficiente pude ver la luz que provenía de más abajo. Cuando llegué a la luz
encontré una sala con un mapa de nuestra colonia y un grupo de personas
discutiendo alrededor. Se giraron y sacaron sus pistolas apuntándome todas a
mí. Yo me asusté un instante, pero luego miré con detenimiento sus pistolas y
me percaté de que no eran pistolas magnéticas sino unas pistolas de pólvora
obsoletas hace ya mucho.
- ¿En serio creéis que me asustan pistolas de pólvora?,
esto es la Luna.- les dije aun sabiendo que iba desarmado y que me podrían
ganar por simple superioridad numérica.
- Se nota que no eres un terráqueo.- dijo entre risas uno y
después disparó al suelo para que comprobara que estaba equivocado.
- Y tú, ¿odias a los terrícolas?- continuó otro que estaba
de espaldas a mí.
Me detuve unos
segundos para pensar mi respuesta, supuse que si preguntaban tal cosa además de
que dejaron de apuntarme después de que bromearan con mi ignorancia por ser
selenita, debían de no gustarles los terráqueos.
- Obviamente que les odio, como no iba a hacerlo si llegan
a nuestra preciada Luna y creen que les pertenece sin haber vivido ni unos días
en ella.
Creo que les
convencí porque me dejaron marchar y mientras subía las escaleras pensaba en
para qué se habrían reunido todas esas personas y por qué les interesaba que no
me gustaran los terráqueos, supuse en ese momento que quizás la conexión de
esas personas podría ser ese odio a los terráqueos. Cuando llegué junto a mis
compañeros Héctor preguntó por qué había tardado tanto a lo cual respondí que
era una larga y vacía cueva. Continuamos andando durante un largo rato hasta la
cima de la montaña donde nos detuvimos a descansar. Me senté junto a Fenris
para contarle sobre el pasaje oculto y lo que encontré allí, mientras el resto del
grupo estaba distraídamente mirando el camino que íbamos a seguir. Yo suponía
que volveríamos a la colonia, pero decidió Hector continuar descendiendo por el
otro lado. La bajada era mucho más inclinada. Héctor iba el primero y al no
percatarse del gran desnivel delante de él cayó al fondo con un gran estruendo.
El resto nos movimos lateralmente hasta un terreno más fácil de atravesar.
Cuando llegamos junto a él observé que a pesar de ser una caída de casi 20
metros solo parecía tener mal el tobillo. También vimos que tras él y oculta
por el terreno se encontraba otra cueva, pero esta con una forma extrañamente
simétrica. Héctor nos hizo señas para que exploráramos la cueva sin él. Le
ayudamos a llegar a una roca cercana donde se sentó y nosotros entramos en la
cueva. Esta tenía al principio la forma de una cueva cualquiera generada por
algún tipo de contaminación, pero al adentrarnos más vimos claramente unos
pilares que sujetaban el techo, eso debía ser artificial seguro. Nos llegó luz
del interior y al acercarnos vi lo que podría ser un rudimentario taller, con
rocas como mesas y lámparas en el suelo. Un hombre con una voz familiar se
acercó desde un lateral.
- ¿Venís a
comprar, comprar cosas?- dijo el hombre misterioso sin mirarnos
Al mirarle
fijamente me percaté de que no tenía traje espacial aunque no parecía estar
ahogándose.
- ¿Cómo es que
respiras sin traje?- pregunté.
- Yo no sé, no
lo recuerdo. Hace mucho que estoy aquí, antes yo sabía mucho ahora yo solo
olvido.- respondió aunque me costaba entender lo que decía porque parecía que
había cambiado el acento al ver nuestras caras.-Yo soy Cohen es una de las
cosas de las que estoy seguro-.
- ¿Cohen, qué
vendes?- preguntó Fenris
- Yo no vendo
nada, a quién le iba a vender nadie pasa por aquí.- dijo Cohen-.
- Creo que está
loco, debe de haber respirado demasiado la atmósfera lunar y perdido
capacidades cerebrales por la falta de oxígeno.- me susurró Fenris sin que el
resto se percataran.
Me dediqué a
mirar alrededor mientras Fenris seguía intentando hablar con Cohen. Al mirar
los instrumentos en las rocas encontré un libro cubierto de polvo lunar. Lo
limpié con la mano y empecé a leerlo. No tenía portada, además de estar escrito
con tinta, que no parecía impresa, y tener una letra apenas comprensible. Por
lo que leí entendí que Cohen había explorado esta cueva, pero el techo era
inestable y se le cayó encima. Perdió el traje y creó con sus restos una
máquina para filtrar el aire que pierde nuestra colonia por el mal diseño de la
estructura. Como sabía que con ese aire no conseguiría sobrevivir escribió el
libro mientras estaba en buen estado. Supuse que debía haber conseguido
acostumbrar su cuerpo a respirar menos aire y de peor calidad para así
sobrevivir. Al seguir leyendo empecé a dudar de que no fueran delirios de Cohen
por falta de oxígeno, leía cosas como: que el río era artificial porque no
existe agua de forma natural en la Luna, que los terráqueos y los selenitas son
la misma raza, que los terráqueos perdían fuerza muscular conforme pasaban
tiempo en la Luna y decía una muy extraña, decía que odiaba a los terráqueos.
Me paré a pensar porque era lo mismo que había oído en el pasaje secreto de la
cueva, además la voz de Cohen tenía un tono familiar, como si fuera uno de los
hombres de esa cueva, pero eso era imposible porque él estaba aquí y no podía
haber llegado tan rápido. Fenris me sacó de mis pensamientos con un golpe en el
brazo, guardé el libro rápidamente y me giré a oír lo que decía.
- Debemos buscar
una forma de llevarnos a Cohen con nosotros, pero dice que no quiere abandonar
este lugar, además no lleva traje y parece que solo puede respirar en esta
cueva.- dijo Fenris-.
- Creo que la
mejor idea es que volvamos a la colonia y traigamos un traje extra para él.- le
respondí.-.
Asintió con la
cabeza y nos dispusimos a salir. Cuando estábamos casi fuera de la cueva el
terreno se sacudió, pensé en lo que decía en el libro sobre la inestabilidad
del techo de esa cueva por lo que empecé a correr. Al llegar afuera me di la
vuelta y comprobé que Fenris estaba a mi lado, pero mi compañero-máquina estaba
todavía muy dentro de la cueva y una roca se desprendió y le cayó encima. Le
rasgó el traje y pude ver cómo un hombre con cara de dolor intentaba salir de
él, pero su gran traje estaba atrapado bajo la roca. Intentamos ayudarle, pero
él nos ordenó que nos fuéramos
- Es que no
entendéis que ese traje permitía que mis deteriorados pulmones funcionaran y
ahora no queda nada que hacer.- dijo con una voz temblorosa y costándole
pronunciar cada palabra.
Nos fuimos en
silencio porque entendimos lo que eso significaba, aunque liberáramos su traje
este ya estaba rasgado y no podía mantener en su interior el aire y mucho menos
conseguir que los pulmones de nuestro compañero lo usaran. Mientras seguía a
Fenris pensé en lo extraño de todo ese día, era la primera vez que salía fuera
del domo de la colonia, pero no me parecía normal lo ocurrido: el río lo había
visto desde dentro, pero siempre supuso que era imposible de atravesar, la
reunión en el pasadizo secreto sobre el odio a los terráqueos y sobre todo
Cohen.
Cohen había
estado en la reunión, pero a la vez en su cueva, además por qué dejaban a Cohen
estar en esa reunión si su estado mental está tan deteriorado. Nos encontramos
con Héctor y le explicamos nuestro encuentro con Cohen y lo ocurrido al salir.
Él sin molestarse por lo ocurrido emprendió el camino de vuelta. Al continuar
pensando me dí cuenta de una cosa importante, tenían un mapa de nuestra colonia
y tenían también armas por lo cual su idea debía ser atacar a la colonia, pero
si odiaban a los terráqueos… Por qué atacarían una colonia mayoritariamente
selenita. Pensaba en todo esto cuando un comentario de Fenris me dio la
respuesta.
- Me gustaría
que si volvemos a la mina nosotros podamos dirigir por una vez y no obedecer a
un terráqueo.- dijo en voz baja.
- Claro lo único
que querían era dirigir la colonia no destruirla, pero eso me pareció en ese
momento imposible.
Continuamos
andando, pero al pasar junto a la cueva que yo había explorado aparecieron un
grupo de selenitas liderados por Cohen.
- Quieto
terráqueo.- dijo Cohen a Héctor.
No podía
entender cómo Cohen dirigía un grupo tan numeroso porque parecía bastante
inestable en la cueva, pero al oír eso pensé que podía sacar mi arma que creo
que hay en todos los trajes o también pasó por mi mente la idea de unirme a
este grupo anti-terráqueos y quitarle la suya a Héctor. No pude decidir antes
de que Fenris tomara su decisión y golpeara a Héctor para aturdirlo. Los otros
nos felicitaron y nos permitieron unirnos a su grupo liderado por Cohen para
obtener el control de la colonia. Yo decidí no hacerlo, tras todo ese viaje me
parecía demasiada acción para mí, además no confiaba en que lograran su misión
y volví solo a la colonia donde me dieron mi puesto como minero de nuevo. A los
tres días hubo un cambio de todos los dirigentes de la sección por selenitas,
además de un considerable aumento de sueldo para todos los trabajadores, pero
por desgracia supongo que Fenris prefirió la acción y no volví a ver a mi
compañero en mucho mucho tiempo.
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